La Selección Boliviana de Talla Baja firmó un triunfo histórico en el Mundial de Paraguay: aplastó 7-1 a Japón y se metió entre los ocho mejores del torneo. Un logro deportivo enorme, pero también humano, después de un viaje que tuvo más obstáculos que comodidades.
El equipo llegó a Asunción casi sin recursos. Primero intentaron viajar en avión, pero el dinero no apareció. Terminaron yendo en bus, apenas con lo justo para pagar los pasajes. No tenían dónde alojarse ni cómo financiar el retorno al país. Aun así, jugaron, pelearon y avanzaron.
El debut fue duro: derrota 3-0 ante los anfitriones. Luego empataron 1-1 con Estados Unidos, vencieron 3-1 a Chile y hoy brillaron con un contundente 7-1 frente a Japón. La campaña boliviana emocionó, llamó la atención y logró ablandar corazones.
La ayuda comenzó a llegar de a poco: personas que aportaron 3.000 bolivianos, otros 2.000, más contribuciones espontáneas. Finalmente, el Viceministerio de Deportes garantizó el retorno en avión. Incluso aparecieron ofertas de buzos, poleras y hasta la FBF expresó su apoyo —aunque no sea su competencia directa—.
Todo esto está muy bien. Pero que no vuelva a ocurrir que una selección nacional tenga que peregrinar, tocar puertas y viajar sin respaldo institucional.
Hoy, Bolivia aplaude a sus jugadores y celebra su clasificación a cuartos. Y también reconoce la labor incansable de Olivia Ojopi, líder del equipo de talla baja, quien ha movido cielo y tierra, gestión tras gestión, peso a peso, para que este sueño sea posible.
